martes, abril 15, 2008

Mujer fugaz

¦La playa, La oreja de VanGogh¦

Desde que la conozco está ocupada. Es impuntual y está ocupada.
Llegué tarde a su vida, mientras ella entraba a la mía demasiado pronto. Yo tenía quince años y me moría por tener veintitrés y poder seducirla. Inventaba situaciones trágicas donde ella pudiera salvarme y así enamorarse de mí. La visitaba a diario cuando hasta el polvo en los estantes era buen tema de conversación. Era la primera vez que me pasaba. Estaba francamente enamorada y sin remedio; para mí, eran culpa suya mis cambios de humor, mi falta de apetito y la irritabilidad que me daba todo lo que me distrajera de ella. Sin ayuda de nadie y sin que nadie y sobre todo ella, lo supiera, vivi con ese fuego mudo al menos un año. Ella siempre estando en otras cosas, estuvo muy ocupada para enterarse que pensaba profundamente que si yo fuera hombre, entonces sí le gustaría aunque fuera tantito.
Un buen día, casi me armé de valor. Después de meses de sofocar el silencio decidí declararle todo lo que me pasaba en mis noches sin dormir, mientras me inventaba su cuerpo detrás del mostrador o en la misteriosa oficina a la que nunca pude entrar. La única vez que me he mordido las uñas fue ese día, sentada en la grada más alta, en la esquina más lejana de la cancha más escondida del bachilleres me destejía de nervios.
Fui a visitarla. Puntual como siempre, callada como nunca, entré y me arrepentí al verla, dolorosa y errática y supe dos cosas: que no se lo diría nunca y que en mucho tiempo no la volvería a ver.
Y, de una u otra forma, pasó. Al día siguiente robaron el video donde tantas veces habíamos profundizado en las trivialidades de la vida. La vi llorar y me fui a mi casa a llorar por ella, por su dolor, por el mío y por mi silencio.
Le lloré como un mes o dos mientras se me bajaba la fiebre. Luego, dejó de dolerme pensar en ella, pero nunca la olvidé. Entonces, un tiempo después empezó a curtirse mi coraza y trabajé para alguien que vivió muy de cerca su vida, y me la contaba con lujo de detalle, haciéndome recordar lo bruta que soy por dejar ir las oportunidades por tímida...

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